A lo largo de la historia se han construido muchos muros y para distintos propósitos, sobre todo como medida de protección y defensa. Aunque el muro de la ocupación marroquí en el Sáhara Occidental fue construido principalmente como una barrera defensiva, se distingue mucho de cualquier otro muro conocido no solo por su magnitud y estructura sino también por su capacidad destructiva y la persistencia de sus impactos.

En la historia del conflicto del Sáhara Occidental, el fin de los años 1970 fue marcado por intensos enfrentamientos entre las fuerzas marroquís y el ejército saharaui, durante los cuales las fuerzas marroquís, a pesar de su superioridad numérica y bélica, tuvieron muchas derrotas militares. Con el objetivo de frenar los ataques del ejército saharaui, el Rey Hassan II de Marruecos, y con la ayuda–según varias fuentes–de consejeros militares franceses, estadounidenses e israelíes, ordenó construir una inmensa línea de muros defensivos cuya construcción duró siete años.

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La construcción se llevó a cabo progresivamente en 6 fases, cada una de las cuales ampliaba el territorio ocupado por el ejército marroquí. Entre agosto de 1980 y abril de 1987 fueron construidos seis muros de diferentes longitudes. Con la construcción del 6º muro, se estableció una larga línea de fortificaciones que en total tiene una longitud de aproximadamente 2720 kilómetros y se extiende desde el sur de Marruecos hasta el extremo sur-occidental del Sahara Occidental. Se considera “el mayor obstáculo militar operativo del mundo” según algunos analistas internacionales.